Situada a unos seis quilómetros de Llinars y a 406 metros de altitud, la ermita ofrece una vista excepcional del litoral y prelitoral. Según algunas fuentes, la ermita está documentada desde el siglo XVII, pero durante muchos años solo se conservaron sus escombros. En 2016, un grupo de voluntarios iniciaron su reconstrucción, y en 2017 se recuperó la congregación en honor a San Sebastián, que se celebra cada mes de enero.
La ermita, reconstruida lo más fiel posible al original, tiene una base de diez metros de largo por cinco de ancho. Destaca por su campanario de pared o de espadaña y por su portal adovelado. Tiene dos ventanas de granito, contrafuertes a cada lado, una arcada adovelada detrás del altar y una gran riqueza de sillares de esquina.
En 2016 se iniciaron los trabajos de reconstrucción gracias a la colaboración y al esfuerzo de personas voluntarias, a la contribución de varias empresas y a las aportaciones anónimas.
En 2018, los propietarios de la finca forestal cedieron el derecho de paso, uso y disfrute del espacio a la Asociación de Vecinos de Sant Esteve del Coll y a la Agrupación de Defensa Forestal (ADF) de Llinars.
Históricamente, los vecinos y vecinas de los alrededores celebraban una congregación en la ermita para honorar a San Sebastián, que amparaba contra las pestes. En el entorno se encontraban las piedrecitas de San Sebastián que, según la creencia, traían suerte y protegían frente a las epidemias.